Conejo siendo usada para pruebas cosméticas

Productos libres de crueldad animal: la idea planetaria que llega a Colombia

En el mes de junio de 2020 fue aprobado por unanimidad el cuarto debate del proyecto de ley que prohíbe el testeo en animales de productos con fines cosméticos en Colombia.

Conejo siendo usada para pruebas cosméticas

¿Te has preguntado alguna vez si los animales están en la misma condición de seres vivos, conscientes de su supervivencia en este planeta tierra, al igual que los humanos? ¿Por qué nosotros nos creemos más importantes, inteligentes e irreemplazables?

Este sentimiento de superioridad es tan característico de los humanos que nos creemos más importantes que los conejos, los caballos, las abejas o el fitoplancton, pero ya sabemos claramente que sin estos últimos dos no hay vida, ellos sí son en gran medida importantes para la tierra tal y cómo la conocemos. Cómo será de complicada la patología mental de algunos humanos que se creen superiores a otros de su misma especie, por ejemplo, hasta la segunda década del siglo XX los aborígenes australianos eran considerados parte de la fauna y no tenían más derechos que un canguro. ¿Qué nos hace pensar que ese club en el que estamos los humanos -al cual invitamos a perros y gatos domésticos cubriéndolos de humanidad-, es el estado superior de seres en la tierra?

A medida que emerge una conciencia de solidaridad con los seres vivos de nuestro planeta nos planteamos -y ojalá en muchos territorios- la necesidad de re-pensar nuestra relación con los demás habitantes de esta ingente piedra redonda que navega por el espacio a 2 millones de kilómetros por hora.

Poco a poco vamos tomando conciencia de este hecho: los animales son iguales a nosotros, tan parecidos que por ejemplo los ratones comparten con nosotros el 95% de los genes, y obviamos este hecho iluminador y maravilloso, pero sí que lo aprovechamos en la experimentación científica.

Cualquier tipo de maltrato animal es ahora visto de mal manera en muchas sociedades, aunque aún falta un lago camino. Ahora vamos a centrarnos en la crueldad animal derivada del desarrollo científico. 

Aunque no lo creas a los científicos tampoco les gusta experimentar con animales, pero defienden este hecho porque la investigación alternativa, por medio de cultivos celulares y simulaciones de computador, está aún en pañales y no puede reemplazar los acertados resultados que se pueden obtener de unos seres casi tan complejos y parecidos al ser humano como los ratones.

Sin embargo, sí debemos reconocer que esta práctica de experimentación con animales ha venido disminuyendo, especialmente en sectores donde no es primordial para el avance médico.

En la Unión Europea se ha legislado sobre el tema de la experimentación en animales, prohibiendo su uso en el testeo de cosméticos, y regulándolo en casos de investigación científica médica, en base a tres principios:

1. Reemplazo: es decir, en la medida de lo posible cualquier propuesta de experimento debe haber sopesado diferentes alternativas al uso de animales;

2. Reducción: si es estrictamente necesario usar animales, se optimizará el experimento para usar la menor cantidad posible.

3. Refinamiento: que se refiere al bienestar del animal en todo momento evitando que sufra. Claro que no es en absoluto la situación ideal para el movimiento animalista, pero es un avance en la dirección correcta.

 

Conejo blanco con fondo negro
Todo tipo de animales son usados en pruebas, conejos, perros, monos.

En este sentido Colombia es líder en la región. En el congreso de la república en este momento está cursando un proyecto de ley que prohíbe el uso de animales en industrias cosméticas. Este proyecto impulsado por el representante Juan Carlos Lozada, busca prohibir la experimentación con animales para el desarrollo de productos cosméticos y a su vez busca la prohibición de la entrada al país de productos de importación que hayan sido testeados en animales, -esto afectaría la entrada de cosméticos y productos para el cuidado de la piel de China donde poco se ha hecho en este sentido- también pretende crear una serie de estímulos para que las diferentes industrias busquen alternativas de experimentación que no usen animales. De este proyecto se excluye la experimentación científica en el campo de la medicina –de nuevo ese vacío de impotencia que genera el dilema moral del bienestar del humano por encima del bienestar animal-.

Lo que sabemos de este importante proyecto de ley de autoría del representante a la cámara Juan Carlos Lozada Vargas es que el año pasado se aprobó en la comisión quinta del senado, quedando a solo un debate para convertirse en ley, y ese debate estaba proyectado para octubre de 2019, lastimosamente aún no se ha dado. Sin embargo, el representante Lozada no se ha quedado quieto, ya se han programado 14 audiencias públicas en las regiones para alimentar este proyecto de ley. Se espera que muy pronto se dé el debate en el senado para regular estas relaciones entre animales y humanos en un ambiente de reconocimiento, respeto y solidaridad.

Y sí, este jovencito Lozada, instructor de yoga y meditación, fue el mismo ponente del proyecto de ley 172 -la nueva ley de protección animal- que saca a estos bellos compañeros de planeta de su definición de simples propiedades y los pone en una nueva de seres sintientes. Esta ley, que vio la luz el 11 de noviembre del 2015, prohíbe el maltrato tanto de animales domésticos como silvestres, se establecen sanciones y hasta penas de cárcel para personas que atenten contra el bienestar de los animales causándoles sufrimiento. Todas estas iniciativas normativas si bien están lideradas por personas consientes de nuestro papel en la tierra, son el resultado de un cambio de mentalidad en la sociedad en su conjunto ya que una propuesta no puede llegar a ser ley sin el respaldo de la gente que hace eco del mensaje.

Estamos muy cerca de que todo producto que compremos en Colombia –exceptuando productos médicos- sea cruelty free, pero por ahora podemos fijarnos muy bien en las etiquetas de los productos y solo comprar los de la mejor calidad que nos den la seguridad de que en su desarrollo no usaron animales. Sabemos muy bien que este planeta está en manos corporativas gracias al capitalismo y que este se rige por el consumo, y si bien esta no es una utopía filantrópica, si debemos reconocer que nos da un cierto poder, incluso sin reglamentaciones punitivas de los congresos el solo hecho de que no compremos productos que maltraten animales en su desarrollo, los sacaría del mercado eventualmente, y las empresas empezarían a complacer nuestra predilección por los productos libres de crueldad animal.

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